Visibles, sí, ¿pero seguros?

Visibles, si, ¿pero seguros?

Desde hace más de dos décadas, tengo el enorme privilegio de viajar por trabajo a lugares increíbles. Gracias a mi profesión he podido visitar más de 25 países conociendo gente increíble. Visitando lugares espectaculares y sobre todo, aprendiendo mucho de cada lugar en el que trabajo.

Hace un mes, tuve la dicha de volver a un país que amo: Colombia. Por días pude reconectar con personas que llevaba mucho tiempo sin ver, pude ver ciudades como Bogotá, Cali y Medellín. Estar disfrutando de un momento de apogeo y de mucha construcción, y pase una semana laboral increíble.

Justo el viernes después de mi última reunión en Bogotá, y teniendo un par de horas antes de ir al aeropuerto, aproveche para ir al gimnasio del hotel. Es importante mencionar que era de una cadena global, un hotel súper cómodo y muy moderno. Así que me sentí súper cómodo de bajar a correr y hacer pesas con un short y una camiseta de tirantes. Lo que no imaginé, es que al salir de hacer ejercicio, fue que el gym estaba al lado de un bar y una mesa de billar, en la que un grupo de más de 5 hombres en sus cincuenta y con varias cervezas a su alrededor, literalmente comenzaron a señalarme y a burlarse de mí.

Después de tantos años fuera del closet y sobre todo estando tan cómodo en mi propia piel de hombre cis gay. Tarde unos segundos en darme cuenta qué estaba pasando, y mi reacción inmediata fue literal correr al lobby y a recepción, me sentí no solo avergonzado sino también: inseguro.

Llegue obviamente sin ningún contratiempo a mi habitación, y al soltar mi iPad me di cuenta que le había estrellado totalmente la pantalla.

Al presionarlo con demasiada fuerza contra mi celular, todo esto por la tensión de lo que pareció una nimiedad. Pero me trajo a flor de piel muchos miedos, inseguridades que yo, como tantas personas LGBTQ+ hemos enfrentado durante nuestras vidas.

Y es que sin duda somos afortunados de vivir una realidad donde podemos en algunos países casarnos y tener hijos. Pero creo que distamos muchísimo de vivir una sociedad donde todos nos sintamos seguros. No puedo dejar de pensar si yo como hombre de más de 1.80 y en un hotel me sentí por unos segundos intimidado por estos hombres bebidos, que debe sentir una mujer trans al caminar por la noche en alguna calle no tan Iluminada, o lo que un joven de género fluido debe sentir al ir al baño en su preparatoria.

Como personas LGBTQ+ no sé si por supervivencia psicológica o por hartazgo, comenzamos a aceptar muchas situaciones que no deberíamos. Algunas son tan superficiales como que la mayor parte de las veces, aunque reservemos una habitación en Latinoamérica. Con una cama king size, mi esposo y yo somos cuestionados al hacer check in si eso es correcto o deseamos dos camas separadas. Otras son más fuertes como aun de vacaciones, ser muy conscientes si podemos o no tomarnos de la mano, o eso nos traerá problemas con otros transeúntes. Y eso es adicional a tener una lista de países a los que no iremos nunca y que no tienen normativa que proteja a la comunidad LGBTQ+, como por ejemplo Egipto.

SI hay algo que me llena de Esperanza, son las nuevas generaciones. Es increíble ver no solo en medios sino en la vida real como la llamada generación Alfa es tan abierta a la diversidad, a aprender y a conectar. Como Millennial no puedo dejar de estar agradecido que los medios digitales, como esta revista, nos permiten aprender los unos de los otros. Conocer perspectivas y sobre todo, refrendarnos como aliados de la diversidad para todos, independientemente del género, raza, demografía.

Podrás leer el artículo anterior de Alberto Pino aquí: Nex y la realidad no binaria en los adolescentes

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