El Hereje y el Big Data

El Hereje y el Big Data, es una reflexión sobre nuestra capacidad de humanizar la información e ir más allá, comprender y guardar esta información para compartirla y no dar por sentado que todo esta en la web.

Por: Eduardo Serna

 

Para escribir y leer es necesario ser un hereje. La palabra hereje y su significado me gusta. La palabra proviene del latín haereticus, que a su vez procede del griego hairetikós, que significa libre de elegir.

Es tener la osadía de navegar mar adentro por elección, a través de las palabras e ideas que nos hacen eco, como un sonar, vamos develando nuestra forma en la profundidad. Leer nos hace encontrar al mundo y a nosotros al mismo tiempo. Escribir ayuda a liberar lo que está en cautiverio.

Por ejemplo, la poesía es un tipo de fuga en extinción, cada vez hay menos poetas y más economistas especialistas en cripto-divisas. Cada vez que sube la bolsa, muere un poeta. En este mundo de control material, todo tiene que tener etiqueta o definición, es la exigencia de la era de los datos, lo no tangible ocasiona conflicto. Quizá la poesía no es popular porque no es tangible, pertenece al mundo de lo subjetivo, Emil Cioran escribió: “Quien ama la mística, la música, la poesía, pertenece a una naturaleza erótica, es un ser voluptuosamente exquisito, que, al no hallar plena satisfacción en el amor, recurre a delicias que rebasan la vida”. Hay un mundo que se intuye, al cual no se puede acceder mediante la lógica y la razón, característicos del entorno tecnológico.

Muchos se han preguntado qué es la poesía, a diferencia del Big Data; no es algo que se pueda definir concretamente, la poesía esconde infinitos íntimos, en unas cuantas líneas. Es una puerta que se abre, que nos mira y nos arranca un mapa interior, siempre incompleto, formado por crestas de emociones, que suceden en instantes, y que apenas duran agónicas, al perpetuarse en palabras, pero no podría asegurarlo, la poesía es insondable.

Este mundo subjetivo, al leer y escribir en consciencia, le da contenido y profundidad a nuestra existencia, exalta nuestro humanismo, nos acerca a los demás. En su tiempo, el Marqués de Sade fue un escritor proscrito, lo subversivo de sus textos rompían con la ideología de la época. Él aludía al erotismo y al mundo de lo intangible constantemente, por ejemplo, escribió: “Que nos importa la opinión de la gente fría siempre que nuestras almas, más ardientes y más nobles que las suyas, sepan disfrutar de lo que ellos no perciben”. Aquí la referencia de lo que no se percibe, nos habla de este mundo subjetivo, que solo a través de la introspección y la profunda atención podemos acceder.

Nos enfrentamos a una avalancha de información, pero ¿realmente la asimilamos?

Hoy con las nuevas tecnologías de comunicación nos enfrentamos con una avalancha de datos e información que nos arrasa. Estas tecnologías, además, proponen una interacción permanente, a través de dispositivos que capturan la atención. Brincamos de una información a otra, de manera muy rápida, sin que haya tiempo para asimilar dicha información.

Hay un efecto en este tipo de interacción, que predispone al ser humano a disminuir su capacidad reflexiva y merma la memoria. La realidad tecnológica que estamos experimentando, nos modifica, leemos, pero no leemos, escribimos, pero no escribimos; nos llega y compartimos mucha información, pero ese intercambio muchas veces es irreflexivo, el mundo que se levanta en nuestro entorno está, construyen muros, y nos acorrala solo con lo que nos gusta, evitando el reto, el desarrollo y crecimiento humano.

Estamos más interconectados pero más aislados

Lo peor en esta era del big data, de algoritmos e inteligencia artificial, es la terrible sensación de soledad, que a pesar de una hiperconectividad exaltada, crea una absoluta indefensión ante la embestida de la tormenta dataísta que nos aísla unos de otros. El filósofo Byung Chul Han, uno de los pensadores que hace hincapié en los riesgos que la humanidad enfrenta en esta era, comentó en una entrevista:

“A pesar de la hipercomunicación digital en nuestra sociedad, la soledad y el aislamiento aumentan. Hoy se nos invita continuamente a comunicar nuestras opiniones, necesidades, deseos o preferencias, incluso a que contemos nuestra vida. Cada uno se produce y se representa a sí mismo. Todo el mundo practica el culto, la adoración del yo.”

Este exceso de uno mismo que se manifiesta en las redes nos lleva a interacciones vacías, en donde el otro deja de tener relevancia, Han en otra entrevista señalo lo siguiente: “Amigos” serían clientes y nuevos amigos serían nuevos clientes. Fortalecen la sensación narcisista del ego. El internet es un espacio donde ante todo te encuentras a ti mismo. “La otra persona se ha ido”.

El hereje y el big data ¿podemos ser un poco de los d0s?

Internet solo es una herramienta, utilicémosla reflexivamente, ser un hereje (libre de elegir) es no regalar al algoritmo nuestro libre albedrío, la inteligencia artificial, carece de humanidad, y eso es justamente lo que está en disputa, no somos autómatas indolentes, al estar despiertos, vemos la realidad tal cual es.

El mundo enfrenta problemas que amenazan la vida, y la abducción tecnológica inhabilita nuestra reacción, frente a nosotros está el otro, en la medida que nos respetemos y tengamos intercambios reales, nuestra existencia adquirirá dimensión.

Nos ha preocupado mucho como seres humanos la trascendencia, nuestra historia, el legado que dejamos, la tierra es el gran espejo que nos muestra el verdadero rostro de nuestros pasos; el rostro ahora es frío ausente. La manera de recomponer es volver a atesorar la tierra y todo lo que en ella existe. Hacia dónde nos dirigimos es el mismo lugar del que partimos y es necesario retornar a la tierra distintos. En este tiempo vivir con humanidad es una herejía obligatoria.

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