Aceptación LGBTQ+ en la Iglesia Católica

Como humanidad, estamos viviendo una era de situaciones históricas. Desde la pandemia en 2020 hasta el dolor de la Guerra en Ucrania y Rusia, seguida por la situación de Gaza. Pero en medio de tantos “imposibles”, lo que un servidor nunca vio venir fue lo acontecido en Diciembre del 2023: el Papa Francisco autorizando las bendiciones a parejas del mismo sexo en la Iglesia Católica.

Es importante recalcar que el Pontífice marco muy claro que no confundamos esta bendición con un matrimonio. El cual sigue siendo a ojos de la Iglesia Católica solo entre un hombre y una mujer, pero aun con esta limitación.

Abrió el diálogo a una reconciliación entre la orientación sexual y la fe católica, algo que nunca creí que pasaría.

La noticia se tomó de muy diferentes formas. Según el grupo, en redes sociales, tres grupos marcaron tendencia: los que celebraran este acercamiento de la Iglesia, los que decían que ni con este gesto volverían a una Iglesia con tantos defectos, y por último el grupo que era totalmente indiferente a lo que los líderes católicos dijeran.  Viniendo de una formación católica desde niño, y habiendo sufrido en primera persona el ser juzgado por ser gay por católicos desde adolescente. Originalmente estuve más en el Segundo grupo: los que no solo pensábamos que ya era muy tarde este acercamiento. Sino que lo veíamos como una estrategia desesperada de la Iglesia para mantenerse relevante y rentable (a final de cuentas, seguimos siendo una demografía interesante para cualquier negocio, con o sin fe de por medio).

En medio de este pensamiento, tuve la oportunidad durante Navidades de ver una película de Nicole Kidman y Russell Crowe llamada Boy Erased (Corazón Robado, 2018). Sin caer en spoilers, la película trata de una familia Cristiana, que se enfrenta a la realidad, cruda para ellos, de tener un hijo gay. La trama se centra en la terapia de conversión a la cual el hijo es sometido. Y como diferentes historias se entrelazan bajo un mismo hilo conductor: renunciar a una parte intrínseca de ti mismo para ser aceptado por tu grupo religioso.

Debo confesar que la película es muy fuerte para cualquier persona que profeso una religión y tuvo que alejarse de esa fe, por orientación sexual o identidad de género.

Ya que la película está basada en hechos reales y es imposible no emocionarse ante el conflicto de los chicos cursando la terapia y sus sentimientos y frustraciones para cambiar lo incambiable. Todo por no ser expulsados de sus casas o comunidades.

Y fue justo en medio de esas emociones, que pensé que justo por esas nuevas generaciones. Más allá de pensar esta nueva bendición de la Iglesia Católica como algo oportunistico. Debemos de pensarlo como el principio del fin de tanta segregación. El fin de tanta separación que ha causado la postura centenaria de la iglesia sobre las personas de la comunidad LGBTQ+.  Justo pensé lo positivo que será para esos padres muy religiosos, el ya no pensar que sus hijos van a acabar en el infierno. Solo por amar a quien aman, ya que en sus mismas Iglesias los sacerdotes tienen que bendecirlos.

Por un momento pensé en todo el sufrimiento que me hubiera ahorrado si esto hubiera pasado hace 3 décadas. Y por primera vez, pensé de manera agradecida que el Papa Francisco, más allá de no casarnos. Al menos está evitando que más personas LGBTQ+ tengan que tomar la decisión entre amar a quien aman o estar con sus familias.

Espero realmente que este sea el primer paso de un viaje en el que no solo la religión católica. Sino todas las demás incluidas, avancen hacia una visión más incluyente; donde impere realmente el amor como hilo conductor de cada comunidad. Y nos centremos en amar más al prójimo en vez de juzgarlo, y pasemos más tiempo en ayudar a otros en vez de opinar sobre con quien deben compartir cama. Creo que un mundo así, definitivamente sería mucho, mucho mejor.

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