Migrantes

Migrantes

Nuevamente Eduardo Serna nos trae consigo un nuevo artículo para la edición Integra Magazine Abril 2023 el cual está dedicado a todos los migrantes. Quienes se encuentran en tránsito y sobre todo a las víctimas y familiares de la penosa tragedia ocurrida en Cd. Juárez.


Por Eduardo Serna

– ¿Qué es lo que más extrañas?

-Extraño todo, pero lo que más extraño es el olor de las mandarinas de mi ranchito, ahí donde nací. Cuando en las mañanas las cortaba mi abuela para exprimirlas, llenaban la cocina de un olor dulce y luego las preparaba con agua y miel de abeja, es lo más bueno que he probado en la vida. El olor de las mandarinas también me recuerda a Juana, mi esposa.

-¿Y en qué parte de Guatemala está ese lugar?

-Es un pueblo cerca de la montaña, Santa Catarina se llama mi pueblo. ­–Agarró su botella de agua y tomó un trago.

-¿Y usted que extraña de su tierra?

-De la isla no extraño na´aa. ­–luego pensó un momento. –Bueno, sí, lo dijo mostrando la dentadura blanca, que lo hacía ver todavía más obscuro. –Las noches de rumba hermano, habrías de ver, las mujeres bailando, brillando, aperladas de sudor, entre la música, el humo, el olor a ron y sexo, ¡Ese olor me recuerda a mi esposa, también! –Soltó una carcajada a la cual se unieron los demás compañeros de viaje.

¡No sea pasado, no se burle! –Dijo el guatemalteco.

¡Hay muchacho! Que te digo la pesque en el aire. Pero si extraño la música. En la isla todo suena. Allá de donde yo soy, todo canta, el monte, la playa, el día, la noche. Hasta nuestros lamentos suenan a canto. ¡Chico! Hasta los disparos suenan afinados en esa isla.

Se escucharon unos golpes que venían de la cabina.

¡Cállense Cabrones, no estamos de día de campo culeros! –era el pollero.

Integra Magazine Eduardo Serna Migrantes

Migrantes por Eduardo Serna

Llegando a la Garita de la parte del lado mexicano, el agente del INM vio al pollero, muy serio volteo a ver a sus compañeros.

E hizo una señal para que levantaran la pluma y los dejaran pasar. Días antes, en una taquería de esa ciudad fronteriza, el mismo agente había recibido una iguala mensual. Algunos miles de dólares, los cuales otorgaban la licencia ilegal de libre paso de persona y otras cosas, al pollero y su grupo. Llegando al filtro del lado americano, el pollero enseño su pasaporte al agente fronterizo de E.U. Este era un fornido anglosajón. Le pidió que se hiciera a un lado y que abriera las puertas del camión.

Al abrirlas solo había cajas con latas de frijoles. En el doble fondo de la caja, los migrantes permanecían en silencio absoluto. El agente le indico que cerrara las puertas y se fuera, el pollero hizo lo propio y se fue. En la parte gringa, el grupo al que pertenecía el pollero, había también previamente pagado buenas cantidades de billetes verdes a elementos del CBP a la DHS y a la DEA. Eran socios en estos asuntos ilegales. La organización comercial, en este orden económico mundial, comparte similitudes en lo que toca a negocios legales e ilegales. Las organizaciones transnacionales en ambos ámbitos, buscan a toda costa tener éxito y generar jugosas ganancias para los inversionistas y asociados. Estos están ubicados en ambas partes de la frontera y también en otros continentes.

Ejercen influencia, generan nichos de mercado, financian campañas, diversifican inversiones, hacen transacciones con materias primas, mercancías, tecnología, personas, drogas, armas, medicamentos, desarrollos urbanos, etc.

Hay una fusión de capitales legales e ilegales, difícil de reconocer.

El monstruo del Neoliberalismo financiero, solo respeta la ganancia y el rendimiento. No hay fronteras ni gobiernos. La vida, en cualquiera de sus formas, entra en la ecuación a modo de mercancía.

El pollero dejó a los migrantes en una casa de seguridad del lado americano, en un lugar desértico. Ahí permanecieron el cubano y el guatemalteco. Después de unos días, cada quien tomo su rumbo.

Integra Magazine Eduardo Serna Migrantes

Migrantes por Eduardo Serna

El cubano se fue a la Florida, ahí, tenía familiares residentes. En lo que recibía asistencia legal para arreglar sus papeles, trabajó tocando en un grupo, después, trabajo de mesero. En la isla había estudiado medicina, al paso del tiempo logró ejercer su carrera después de aprobar los exámenes y revalidaciones correspondientes. Le empezó a ir muy bien económicamente. El sueño americano se había hecho realidad.

Compró una casa en buena zona, ayudó a algunos de sus familiares a mudarse al nuevo hogar. Al cabo de los años, era un ciudadano estadounidense modelo, pagaba a tiempo sus impuestos. Se hizo de las ambiciones y los miedos de esa sociedad. Se volvió republicano. Votó por todo candidato que ofreciera acabar con la migración. Para él, como decía la TV, ese era el problema que estaba llevando al país a la ruina.

El guatemalteco, por su parte, anduvo trabajando de un campo a otro. Se trasladó por tres estados de la unión americana, trabajando de manera ilegal en lo que podía. Todo lo que ganaba lo enviaba a su familia.

Nunca tuvo una noche de sueño tranquilo, siempre durmió temeroso de la migra.

Se hizo de algunos vicios provocados por la soledad y el estrés psicológico. La política migratoria impuesta por E. U. era estricta.

Fue deportado dos veces a México. La segunda vez terminó en un centro de detención del lado mexicano, “albergue para migrantes” le llamaban al lugar. Lo mantuvieron ahí por varios días bajo llave junto con otros. Las condiciones inhumanas en las que estaban, llevo a sus compañeros de celda a protestar, tenían sed y hambre. Al no ser escuchados, las protestas de los migrantes cautivos se hicieron más violenta, la incertidumbre y desesperación por el encierro, así como la carencia de lo más básico, los llevó a quemar colchones en protesta. El fuego se salió de control y ocasionó la muerte de muchos.

Tirado en el suelo sofocado por el humo tóxico, cerro los ojos. Al abrirlos nuevamente, ya no aspiraba el humo. Se vio niño de nuevo. Estaba en la cocina de su abuela, en Santa Catarina, ahora lo que percibía su olfato, era el olor dulce de las mandarinas, que eran exprimidas por su abuela para él.

De alguna forma todos somos migrantes, José Saramago en Historias de migración dice: “si tú no emigraste, emigró tu padre, y si tu padre no necesitó mudar de sitio fue porque tu abuelo, antes que él, no tuvo otro remedio que irse, cargando la vida sobre las espaldas, en busca del pan que su tierra le negaba.” Hay mucho que trabajar como seres humanos, empezando por borrar toda frontera que nos separe, física, cultural o social.

Los bordes que nos contienen que sean solo la corteza que envuelve la vida y que esta variedad de cortezas, por igual, pueda reconocerse como la mayor de las riquezas humanas. Eso sería evolucionar.


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