El Sacrificio de Nichupté

El Sacrificio de Nichupté

El Sacrificio de Nichupté

Por: Eduardo Sánchez Cetina

 

-Toma mi vida y roba de mí mis cristalinos colores,

Prefiero sacrificarme por amor y crear un vínculo eterno,

Que perder la oportunidad de ver la belleza de mi amada, por ser egoísta.

 

Estaba Hun-Ab’Kú creando el corazón del mundo maya, dándole vida y colores cuando de repente el sol cegó su mirada melancólica frente al mar, y entonces noto la monotonía de los colores, lo poco radiante y cargado de color era divino, de otro mundo, mientras que el suelo que pisaba era triste y sin vida, entonces mirando su penacho y su vestimenta cubierta de plumas celestiales de la serpiente emplumada de dos cabezas que despierta al sol y duerme a la noche, decidió tomar de su piel esas plumas y dar nuevos colores a su creación…

 

Sin pensarlo tomó el ya´ax (verde) de las plumas de su frente y el sak (blanco) de las plumas de su pecho y pinto de infinitos verdes la selva y sus arboledas desde el sam ya´ax (monte bajo) hasta el ocol ya´ax (selva alta) que casi es ek yaáx (monte obscuro), cuando las plumas quedaron bóonil ch´o´(color gris, cenizo), entonces tomo de su costado latiente plumas chak (rojas) y sak (blancas), también tomo de su costado vacío plumas k´aan k´an (amarillas) y chak k´an (anaranjado), con su pincel renovado pintó las flores, las frutas, los pájaros del cielo y las mariposas, cuando nuevamente las plumas del pincel quedaron bóonil ch´o´ tomó plumas de su espalda y sus entrañas platinadas para pintar el mar de ch´óoh (azul) desde el sam ch´óoh (azul turquesa o claro)hasta el ocol ch´óoh (azul profundo) y le dio el color al mar del caribe mexicano desde sus azules más turquesa hasta sus azules más profundos y con el poco color que le quedo pintó el hermoso cielo hasta que el bóonil ch´o´ (resto de pintura) empezó a pintar las nubes de gris.

 

Cansado el creador decidió que el bóonil ch´o´ (gris) pintara también la arena de las orillas del mar, pero antes decidió descansar un momento para contemplar la belleza de los colores que había creado y pensando que el gris cenizo no era la mejor opción para el hermoso paisaje que había pensado en las noches de luna llena, le pregunto a Nichupté, el señor de la laguna que pensaba de tan bella creación…

 

Nichupté, eternamente enamorado de Kanab, la mar, esperaba los ciclos de la luna para poder besar a su amada, uniendo sus sales, sus olas, sus aguas; por lo que no podía permitir que el dios manchara con la arena gris su inmaculada belleza; pues tal cual el dios la había pintado era perfecta, así que con brisa suave se acercó al creador y le dijo humildemente a Hun-Ab’Kú: Señor del mundo sobre la tierra y el mundo bajo las aguas, tome mi vida y tome de mí los cristalinos colores que me ha regalado, lave su pincel y con las pocas plumas que quedan en tu pecho pinte la arena; prefiero sacrificarme por amor y crear un vínculo eterno con Kanab, que perder la oportunidad de contemplar hasta el fin de los tiempos la belleza de mi amada, por mi egoísmo y tu cansancio.

 

-Bebe señor de mí, mis colores y descansa en mis manglares, retoma las fuerzas que necesitas para terminar tu obra, que mientras duermes lavare uno a uno tus pinceles en mis aguas mientras tú descansas… y cuando tu espíritu esté reforestado podrás contemplar la belleza que ahora no notas por tu cansancio. –

 

Así, Hun-Ab’Kú tomó un sueño reparador con la brisa de los manglares, y Nichupté en sus profundidades decidió lavar su pincel en el corazón de sus aguas junto al mar.… cada vez los pinceles oscurecían más sus manantiales, con cada intento los pinceles le robaban el azul de sus cristalinas profundidades… y después de mucho esfuerzo y todo el amor de sus colores, Nichupté logró limpiar en su totalidad en sus aguas los pinceles. Cuando Hun-Ab’Kú despertó de su sueño reparador, Nichupté era una sombra vacía, que en su sacrificio hacía vibrar el amor en cada una de sus gotas… El Creador, al ver el sacrificio de Nichupté, derramo lágrimas blancas, que encendieron las plumas de su pecho, haciéndolo volver a poner sak (blanco) a sus pinceles y así pinto la espuma de las playas blancas y las coralinas arenas sobre las que sus pies caminaban, así nació nuestra tierra, del amor infinito que entrega el alma.

 

El amor verdadero no tiene miedo al sacrificio, y Nichupté es la prueba viva de lo que la abuela cuenta, abrió su corazón y perdió su belleza por mantener la belleza del mar, su amada… Kanab lo sabe, y siempre busca la manera de cruzarse para cubrirlo de besos con sus olas y suspiros con sus brisas… el amor puro dura hasta el infinito, no hay ciclo de sol ni ciclo de luna que impida que Nichupté aprecie la belleza de Kanab; No hay tormenta intempestiva, ni lluvia copiosa que evite que las olas lleven los besos de Kanab a Nichupté… el amor eterno existe, solo tienes que venir a Cancún, la cuna que arrulla a los dioses mayas, para poder ver con tus propios ojos que nuestras playas son sak y nuestra laguna bóonil ch´o´, y nuestra mar está salpicada de infinitos matices de ch´óoh (azul) desde el sam ch´óoh (azul turquesa o claro) hasta el ocol ch´óoh (azul profundo).

 

El amor no es rojo, es azul turquesa, ven y descúbrelo tú mismo.

 

Lo que cuentan las abuelas.

Recopilación de tradición oral: Autores Concepción Ayala (+) y Eduardo Sánchez.

 

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