¡El antro de mis sueños!

¡El antro de mis sueños!

¡El antro de mis sueños!

Por: Dina Barrera

 las Kardashian Dina Barrera Dina Barrera    las Kardashian Dina Barrera@dinabarrera   las Kardashian Dina Barrera@dinabarrera

Sería súper genial que a este lugar lo abrieran en la entrada de la Zona Hotelera, ya que sería la mitad, tanto para los que viven frente al mar, como los que habitan en el centro.

 

No quiero sonar racista ni creída, ni anticuada, ni abuelita, no me siento así, no tengo 20 años, pero no le envidio a nadie el cuerpo o el cabello, aún puedo presumir de vestirme adecuadamente y tener una charla amena, imposible envidiarles su inocencia, esa hace mucho que no la veo por los alrededores, sin embargo, puedo alardear de mi fascinante y divertida experiencia que los años me ha dado; así que me gustaría que dijera en la puerta: “Prohibida la entrada a menores de 30 años”.¡El antro de mis sueños!

 

Si a todo esto le añadimos un dj con buena música setentera/ochentera y hasta noventera, a medio volumen para que no tengamos que estar gritando, pero que podamos bailar hasta romper los tacones; y donde los clientes, de forma muy relajada, pudiéramos hablar abiertamente y establecer sinceras relaciones, siempre con la posibilidad de arribar al plano amoroso.

Dejando atrás el interminable ligue, en donde ella se hace la desinteresada, y él tiene que derrochar todo lo posible para conquistarte. Claro, sin olvidar la caballerosidad y galanura obligadas en un caballero y el refinado y honesto coqueteo de las chicas. No me estoy refiriendo que el final de la noche sea una obligada alcoba ansiosa, o de un motel de mala muerte si tu “ligue” es apenas un estudiante; sino de una consolidación afectiva paso a paso y segura, con la posibilidad abierta de una unión genuina, de dos personas que tienen los mismos intereses y las mismas ganas de divertirse y seguir saliendo.

Que ganas de divertirnos con buena música, con amigos de siempre, sin máscaras ni intentos. Pero, por favor siempre de buen gusto.

El caso es disponer de un bar para quien, como dice la canción, “es demasiado joven para morir y demasiado viejo para rocanrolear”.

Todavía somos muchas las personas que somos demasiado viejas para el “reve” juvenil o la reu con su fastidiosa música “reguetón”, su estridente palabrerío, y la obsesiva preocupación femenina por la vestimenta casi encuerada de las niñas, que al final de la noche siempre terminan en el baño vomitando, porque ni siquiera a tomar se han enseñado.

Hablo de adultos que, casados, solteros, divorciados, viudos y de cualquier orientación sexual, quieren divertirse, hacer amigos, beber, bailar, sin por ello ser vistos como indecentes o descarrilados.

Muchas solteras de 30, 40, 50 años ansían un compañero o hasta alguna amiga nueva que esté en la misma posición. Saben que en su casa no hallaran pareja, ni en la oficina donde laboran tres adolescentes. Y, por supuesto, se resisten al vulgar y peligroso ligue callejero, donde el coqueteo femenino es signo inequívoco de prostitución y ahora hasta peligro de violación y muerte.

A la soltera le dijeron que ahora, en la red, se abría un nuevo espacio para Cupido, más pronto, ella descubrió que incluso los lugares de ciberligue son un monopolio de la juventud. En sitios como el Messenger, Facebook e Instagram, la madura soltera coloca fotos suyas de cuando era más joven, o con mucho filtro, para no desentonar entre tanto rostro lozano y cuerpos llenos de músculos.

Incluso la pareja de casados que ya tiene hijos adolescentes, ansia un lugar de esparcimiento, un sitio alegre y cómodo para bailar y divertirse, que no sea un aburrido y lujoso establecimiento con un aletargado pianista, ni tan poco un tétrico bar que anuncia: “Rock para rucos, cheves 2×1”.

La idea no es nueva, ya hubo intentos de fundar tal antro. Quizá incluso exista, y la cosa sería que un lector me lo hiciera saber. Ojo: tampoco hablo de un sitio con músicos setenteros que viven en la nostalgia del rock & roll setentero y en español, ni de grupos que imitan a The Beatles.

Quien sigue escuchando a Annie Lenox y se divirtió con INXS o se sabe coreografías de Madonna y adora ver los videos que pasan en VH1, clama por un lugar propio, que no sea una taberna de mala muerte, y donde no sean los chiquillos quienes impongan la moda.

Mi antro soñado atenuaría sin duda la depresión reinante, reanimando a un amplio sector laboral, intelectual e interesante, que, aún fresco como lechuga y con planes de vida, requiere alicientes para seguir disfrutando de la vida.

 

¡El antro de mis sueños!

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