Rendirse no es una opción.

Rendirse no es una opción.

Por Madeleine Palacios.

Rendirse no es una opción. Para muchos puede sonar como una frase muy trillada, sin embargo, tiene un poder enorme para transformar nuestro pensamiento y todos lo hemos experimentado a lo largo de este 2020, año que en particular  nos ha puesto diversas pruebas que nos llevaron a salir de nuestra zona de confort, a ser más creativos, a aprender a vivir sin las personas que amábamos ya sea porque se terminó la relación sentimental o porque murieron a causa del COVID-19 o alguna enfermedad.

A pocos días de que termine el año, he realizado una introspección en todo lo que he vivido, de todo lo que perdí, pero también de todo lo que gané; les confieso no ha sido nada fácil el darme cuenta de cómo me ha cambiado la vida. Al principio de este año pensé que sería un año maravilloso rodeado de mucho amor, trabajo, salud y éxito, típicos deseos que hacemos cuando realizamos el brindis de año nuevo, pero es chistoso la rapidez con que cambian las cosas, hoy en día ya ni siquiera tengo contacto con esa persona, con quién compartí ese momento tan especial, nuestros caminos tomaron rumbos diferentes y si bien no ha sido fácil, entiendo que las cosas pasaron como debieron pasar y que cada quien está donde debe de estar.

A pesar de haber perdido mi empleo a principios de la pandemia, el rendirme nunca fue opción. Confié en que todo se arreglaría de la manera que debía ser, disfruté de mi familia cercana y me enfoqué en atraer un nuevo trabajo a mi vida que me diera la satisfacción laboral que necesitaba y la fuerza para afrontar todos los retos que este me traería, y a mediados de año lo conseguí y actualmente me reta a cada día dar lo mejor de mí tanto en el ámbito personal como en el profesional. Me ha permitido conocer gente maravillosa con quienes estoy realizando proyectos que además de brindarme alegría representan retos personales y que sin duda serán parte fundamental en mi vida profesional.

En los momentos donde pensaba que no podía más y quería tirar la toalla, recordaba todo lo que a lo largo de mis 41 años he pasado y que me han traído hasta donde estoy ahora, por eso es que a pesar de haberme sentido sola y con ganas de volver a la ciudad que me vió nacer, no me dejé vencer y tomé fuerzas para levantarme, porque no está mal caerse o sentirse triste, lo importante es levantarse las veces que sean necesarias con el firme objetivo de mejorar día a día, porque de eso está hecha la vida, de momentos de colores, donde el blanco y el negro también forman parte y son quienes le dan la luz o las sombras al lienzo que dibujamos a lo largo de nuestro andar.

Debemos ser agradecidos con Dios o con quienes ustedes consideren su ser supremo. Cuando uno agradece, vibra de una manera diferente y atrae cosas y personas positivas a nuestras vidas que nos acompañaran a vivir nuevas experiencias y momentos inolvidables, por eso es muy importante nunca rendirse y buscar siempre un motivo para vivir. Recordemos que la vida solo es hoy y venimos a ser felices, disfrutemos todo lo que nos pasa, al final del día es mejor quedarse con recuerdos que con sueños.

¡Con mucho cariño les deseo unas felices fiestas y lo mejor para este 2021!

 

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