Algo huele mal – Riesgo de fraude y corrupción

Riesgo de fraude, “algo huele mal”. Cuando escuchamos esta frase en los pasillos de las corporaciones, sin lugar a dudas, deberíamos alarmarnos. No es gratuito que se ciernan este tipo de comentarios, cuando la operación se realiza de acuerdo con los estándares y reglamentos internos y externos. No obstante, si esto ocurre es un indicador de que algo está pasando. Y en gran parte de las ocasiones, los organismos de supervisión, vigilancia y control interno, son los últimos en enterarse. Como se dice, no hay nada más cierto, que lo que se escucha por el correo de las brujas.  Y en gran parte de los casos de fraude. Son los funcionarios que están en la operación, los que primero perciben que algo no está funcionando correctamente.

El riesgo de fraude, no es otra cosa, que la manifestación de situaciones que comprometen el adecuado uso eficiente de los recursos.

Que se requieren para prestar un servicio o producir y comercializar un bien, las situaciones de fraude, pueden perpetrarse desde el componente estratégico. A cargo de los directores y primera línea de la empresa (gerentes generales, gerente de línea, directores, jefes, juntas directivas, consejos de administración, entre otros), o desde el componente táctico.

Por ello, que es indispensable pensar en lo impensado, para poder advertir sobre la posibilidad de que se presente un fraude. Adicionalmente, algunas situaciones de fraude, también se materializan, a través del relacionamiento con otras empresas.

En la forma de carteles en procesos de negociación y contratación, así como, en servicios que pueden ser objeto de tercerización.Y que con el concurso de las partes, pueden cometer un acto ilícito, que no solo vulnera la confianza de los grupos de interés, sino, que también pueda tener implicaciones más profundas. Como por ejemplo, cuando se trata de empresas pertenecientes a lo que conocemos como proveedoras de capital social fijo. Es decir, cuya oferta de valor se encamina a bienes y servicios, asociados a las necesidades básicas del hombre (vivienda, salud, educación).

Es pertinente, tener en cuenta, que el riesgo de fraude, no solo aplica a nivel empresarial.

Pues también los agentes económicos, estamos expuestos a situaciones de fraude, situación que se ha venido incrementando, sobre todo en este siglo. Y que se materializa a través de, las compras por internet, transacciones financieras, e inclusive el robo de identidad y suplantación de perfiles, en los canales de social media. Por lo tanto, al igual que las empresas, debemos activar controles para prevenir situaciones de fraude, en cualquier contexto.

Si bien es cierto que las corporaciones en su estructura, cuenta con unidades de control interno, también lo es, que los tentáculos de las situaciones de fraude, pueden involucrar estos organismos, hemos tenido muchos ejemplos a nivel Corporativo. Incluso en países desarrollados donde la Auditoría Interna e inclusive la Auditoría Externa, han participado en situaciones de Fraude (caso Enron). Con esto queda claro, que no basta con organismos de control interno y externo. Es necesario, que los organismos de supervisión vigilancia y control, vayan un paso más allá, de tal manera que puedan advertir situaciones de fraude, antes que estas se materialicen y minen la confianza del mercado y de los stakeholders en general.

Hoy día, con los recientes desarrollos de la inteligencia artificial, se puede reforzar la labor de seguimiento y monitoreo. Con el fin de identificar la configuración de posibles situaciones de riesgo, de tal manera, que se pueda actuar oportunamente.

El fraude corporativo, lo podemos evidenciar de diferentes formas. Alteración y robo de base de datos con información sensible, soborno, suplantación, lavado de activos, manipulación de la información económica y financiera de la empresa, empleados y clientes fantasma. Entre otros, así mismo, si hablamos ahora del perfil del defraudador, aunque algunas veces trabaja solo, otras lo hace con el apalancamiento de otros. Entre las características que llaman la atención de posibles defraudadores corporativos tenemos lo siguiente:

1. Conocen al detalle la operación de la empresa, esto les permite, tener información privilegiada de las zonas grises, en procesos y aplicativos que usa la empresa.
2. Por lo general es un empleado con varios años en la organización, con buenas relaciones con la primera línea de la empresa.
3. Siempre está dispuesto a conocer los procesos de otros compañeros, en algunos casos, para poder perpetrar el ilícito.
4. Son catalogados como funcionarios estrella, es decir, cuentan con permisos especiales para acceder a cualquier área de la empresa, y de los aplicativos que se usan.
5. Es un funcionario que realiza encargaturas de otras dependencias.
6. Tiene acumulados varios periodos de vacaciones.
7. Trabaja horario extendido, por fuera de lo reglamentario. Son los últimos que salen de la oficina al terminar la jornada.
8. Manejan un bajo perfil en su actividad cotidiana.
9. Gustan de participar en todos los proyectos que adelante la empresa, lo que les permite tener conocimiento detallado, para dónde va la empresa, como opera y los cambios en los sistemas de información.
10. En general tienen una buena formación profesional, son amigos de todos, y respetan la cadena de mando.

El fraude está a la vuelta de la esquina

Debemos tener presente, que el riesgo de fraude, está a la vuelta de la esquina, y ser conscientes que cualquier empleado podría convertirse en un posible defraudador. Ojos abiertos y oídos despiertos, evitemos el fraude corporativo y denunciemos las prácticas que comprometen la viabilidad y continuidad en las empresas.

Podrás leer el artículo anterior de  Daniel José Rivera Viera aquí: Preparados para el 2024, ¿Cuál es tu nivel de riesgo?

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