El síndrome del impostor
Por: Coach Jennifer Hamer
La perspectiva de un coach de liderazgo sobre su impacto en el lugar de trabajo
El síndrome del impostor surge cuando una persona siente que la suerte la ha llevado al éxito y no sus capacidades, aunque existan pruebas de lo contrario. Es algo muy común, sin embargo, pasa desapercibido hasta que se empiezan a ver las consecuencias. Estas pueden ser muy duras y dañinas para la persona y para la organización.
Es un fenómeno que se caracteriza por la duda persistente sobre uno mismo y el miedo a quedar expuesto como un fraude. He sido testigo de estas situaciones entre personas en todos los niveles; sin embargo, son las personas de éxito las que más lo sufren.
En el lugar de trabajo, el síndrome del impostor asfixia silenciosamente la confianza y la autoestima. Las personas que se enfrentan a esto creen que sus logros se han debido a golpes de suerte y no con su capacidad. Esta mentalidad puede obstaculizar su crecimiento al no asumir funciones desafiantes o abogar por sí mismas por miedo a ser “descubiertas”.
Abordar el síndrome del impostor necesita un enfoque proactivo por parte de los líderes. Esto requiere fomentar una cultura de comunicación abierta, que permita que el individuo se sienta a salvo al admitir dudas, errores o fallas.
La peligrosa presencia del síndrome del impostor tiene consecuencias de largo alcance, que afectan tanto a los individuos como a la dinámica de la organización. Como coach de liderazgo, abogo por la creación de entornos que ayudan a que las personas acepten sus debilidades y sus fortalezas. Es importante fomentar una cultura en el lugar de trabajo en la que la autenticidad y la seguridad en uno mismo puedan prosperar. Esto dará lugar a que surjan profesionales más realizados y seguros de sí mismos y organizaciones más productivas.