No sean unos caifanes

No sean unos caifanes

Por Eduardo Serna

Recuerdos desde el comedor de los 90



No sean unos caifanes, esta historia empieza alrededor de la medianoche. Regresaba con un amigo de una andanza cervecera. En ese momento (y hasta la fecha) nuestra banda de rock en español de cabecera era Caifanes; como ya se podrán suponer, corrían los 90’s.



Crecer en Cancún en aquel entonces era fácil, bueno, más bien no tan complejo como ahora. Llegamos a casa de mi compa, donde pasaríamos la noche haciendo recuento de los “daños”; estuvo bueno el wateque. En el comedor de la casa estaba don Mario, su papá. Se veía que llevaba dos cubas, probablemente tres; nos invitó a platicar, como muchas veces lo hacía. Conversar con don Mario era como dar un paseo con tus zapatos favoritos; se disfrutaba cada paso, no era cansado, ni ampollaba; al contrario, siempre era un paseo placentero. Hablábamos de distintos temas y los abordábamos de manera profunda. Esa noche nos invitó a sentarnos para platicar, cuando de pronto nos dijo:

—Muchachos, no sean unos caifanes, eso no está bien.

 

El papá de mi amigo en la platica de medianoche

Mi amigo y yo, desconcertados, nos reímos nerviosos y le dijimos:

 

—¿Y por qué no?

 

Nos respondió:

 

—Pues porque van a sufrir el camino de los rebeldes y no es fácil.

 

Extrañados, no entendíamos a qué se refería, pero lo decía muy en serio; particularmente, no me sentía muy rebelde que digamos, y supongo que mi compa tampoco. Pero sin pensarlo mucho, salimos en defensa de nuestra música, la que nos representaba, con la que nos identificábamos. Le dijo mi amigo:

 

—Danos chance, papá.

Yo lo apoyé:

 

—Sí, don Mario, escuche las rolas.

 

Y abriendo la casetera del estéreo de casa de mi amigo, pusimos el casete que nos acompañaba a todos lados, un mix de todas las rolas de Caifanes.

 

—Escuche las letras, don Mario, va a ver que nos va a dar la razón. ¿Cómo no ser unos caifanes con esta poesía?

La banda de rock en español

 

Y le pusimos play; la rola que sonó fue “El Vaso”, porque así le decía la banda, pero el título de la canción era “No dejes que…”.

Orgullosos y por el impulso de las cervezas que nos habíamos tomado, se la cantamos a coro; creo que don Mario se debió haber arrepentido de provocar aquel recital nefasto al escuchar nuestros alaridos. Cuando terminó la rola, le pusimos stop y lo miramos buscando su aprobación. Don Mario, que era buena onda y muy comprensivo, nos vio y dijo sonriendo:

 

—Bueno, sí, es bonita la letra, pero yo no hablaba de esos Caifanes.



Cuando don Mario nos abrió otra puerta



Y después nos explicó que su idea más bien venía de una película que fue muy controversial en su tiempo, en los años 60’s: Los Caifanes. El dato en esta historia nos debió despertar la curiosidad, pero nosotros más bien nos enfocamos en la defensa de nuestra banda. No vestíamos a la manera de Caifanes, con los pelos parados y estilo The Cure. No era la moda en Cancún de los 90’s, que en general era muy relajada. Pero su música fue asidero de nuestra generación, quizá de las últimas que buscaba el lado profundo de la vida. Y que reencontraba sus raíces a través del rock en español, con letras poéticas que evocaban a la tierra, las piedras, el alma, los dioses, las formas ocultas, etcétera. No recuerdo bien cómo finalizó esa velada, pero recuerdo que fue entrañable.

Redescubriendo Los Caifanes, ahora en la pantalla

Hace unos días me topé con la película Los caifanes, a la que hacía referencia don Mario, y descubrí una joya del cine de culto mexicano. La película, que es del año 1967, tiene un guion escrito por Carlos Fuentes. En ella actúan personajes importantes: Julissa, Enrique Álvarez Félix, Sergio Jiménez, el cantante Óscar Chávez, Enrique Álvarez Cruz, entre otros. La película trata sobre un grupo de jóvenes que atraviesan por una noche de fiesta en la Ciudad de México. En la historia está plasmada la lucha de clases, a manera de crítica social; esto se entreteje con el surrealismo mexicano y sus maneras de encarar lo lúdico y lo trágico, en breves espacios de tiempo y de lugar.

Una película de 1967

Un encuentro tardío con una joya del cine mexicano

La película nos regala una fotografía de la cultura e historia mexicana juvenil de esa época. Compleja, con un lenguaje propio, en transición, que nunca es del todo clara o nítida. La película es un tesoro, les recomiendo que la vean; está en YouTube.

 

Esos caifanes y nuestros caifanes tienen más en común de lo que a primera vista pudiera parecer. Esos traslapes comparten una raíz profunda que se torna inasible, que alumbra y oscurece a aquella generación y a la nuestra, como la luz de una vela intermitente.

 

Supongo que a don Mario le preocupaba que, mi amigo y yo, por la rebeldía natural de juventud, exploráramos caminos que nos condujeran a perdernos o a hacernos daño, miedo que cualquier padre o madre sufre en cualquier generación y en cualquier tiempo; así es la vida y sus maneras.

 

Los que bebimos de esas míticas aguas “caifanezcas” y sobrevivimos, seguimos creyendo en la música, la tierra, la historia en los templos y en los mitos que nos construyen y anclan.

 

En memoria de don Mario y su recomendación, que para variar no seguimos, puesto que fuimos caifanes y lo seguimos siendo… hasta morir… hasta morir.

 La historia de caifanes en la platica

 



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