Democracia paritaria, ¿Para qué?

Democracia paritaria, ¿Para qué?

Por Mary Hadad

 Mary Hadad     mariahhadad    @MaryHadad

Como nunca antes en México las mujeres seguimos avanzando en términos de participación política, ganando campañas electorales y ocupando importantes cargos de representación popular donde tenemos la oportunidad de tomar decisiones a favor de la gente, así como demostrar capacidades para el buen gobierno.

Democracia paritaria mujeres Gobernadoras

Por ejemplo, en el poder legislativo, las mujeres representan el 48% en la Cámara de Diputados y Diputadas, y el 49% en el Senado de la República, por lo cual México, con una paridad casi perfecta, se ubica entre los cinco países del mundo con más mujeres en el parlamento.

De igual forma, por primera vez en la historia, este año contaremos con 7 mujeres Gobernadoras en diferentes entidades federativas, incluyendo a la jefa de gobierno de la ciudad de México, Baja California, Colima, Guerrero, Tlaxcala, Campeche y Chihuahua, serán gobernados por mujeres.

¿En algún momento de mi transitar en política pensé que esto ocurriría en este siglo? No, sinceramente no. El machismo recalcitrante de los políticos en el poder durante muchos años, nos aseguró, por muchas vías y de muchas formas (incluyendo las violentas), que no permitirían que eso ocurriera.

Históricamente los varones en política consideraron que cada silla para una mujer, era una silla menos para ellos, y por eso se aferraron con uñas y dientes a impedir el paso de cualquier tipo de reforma electoral que permitiera el avance político de las mujeres; sin embargo, ¡no contaban con el poder transformador de las feministas!

Las mujeres hemos tenido que pelear derribando mitos, prejuicios, discriminación y muros de ignorancia, levantando la voz muy fuerte para afirmar que, “si la mujer no está, la democracia no va”.

Porque ningún país puede aspirar a crecer y tener un desarrollo sostenible, sin la participación del 50% de su población. Así de sencillo y así de claro.

Impedir el avance de las mujeres durante muchos siglos, no solo fue una discriminación absurda por parte del patriarcado, si no la manera más injusta de impedir que el capital humano y el potencial de la mitad de la población, estuviera a disposición de contribuir a resolver los problemas que existen en este país.

Problemas, por cierto, que fueron propiciados por ellos, ya que son quienes han detentado el poder y hoy entregan a las mujeres, un país casi en ruinas con harta corrupción, pobreza, aumento sin precedentes del crimen organizado, deficiencias en materia de salud, y más linduras.

Usted disculpe, si mis afirmaciones le parecen “demasiado feministas”, pero en la reflexión, es menester decir verdades en abundancia para comprender mejor el contexto.

En Quintana Roo las cosas no son distintas, gracias a las reformas de ley, conquistadas por las feministas, más mujeres han llegado a ocupar las presidencias municipales. De hecho, 7 de once Ayuntamientos son en este momento gobernados por mujeres.

No sabemos si lo harán mejor que sus antecesores (anhelamos que sí), pero de entrada se celebra su arribo, porque esa fue parte de la lucha en primera instancia durante siglos, la de obtener el derecho a votar y ser votadas.

Después avanzamos por el tortuoso camino del sistema de cuotas, donde nos hacían sentir que nos cedían la silla por “consideración” o “chance”, sin reconocer que en muchos casos estábamos mucho mejor preparadas que ellos para ocupar esas posiciones.

Y ahora hemos avanzado a la paridad como un mecanismo para acelerar la igualdad sustantiva y el desarrollo sostenible.

Sin embargo, y hago énfasis en ello, con el paso de los años hemos ido comprobando que necesitamos seguir persistiendo para que las mujeres que lleguen tengan sentido de lucha feminista, para garantizar acciones que coadyuven al avance de las mujeres, y logremos derribar techos de cristal.

Reflexionemos juntas esto, por supuesto que celebramos que más mujeres lleguen al poder, pero celebraríamos aún más si quienes llegan, de verdad se comprometen a garantizar la paridad y eliminar todas las formas de discriminación y violencia.

Es que es un hecho, el sentido de urgencia es grande, y ocupamos el mayor de los compromisos para construir gobiernos paritarios y garantizar la democracia.

Para pronto, necesitamos a más mujeres en el poder que estén comprometidas con la agenda por la igualdad entre mujeres y hombres.

Y es que la reflexión necesaria es ¿por qué las mujeres que llegaron gracias a todas aquellas reformas para garantizar la paridad electoral o sancionar la violencia política, una vez llegado al cargo no habrían de cumplir la ley para garantizar a las mujeres su inclusión en gabinetes paritarios?

Actualmente veo todas las posibilidades de que el próximo año, Quintana Roo elija a la primera mujer gobernadora, me motiva y hago votos para que así sea. Quiero verlo y quiero que mi hija y miles de niñas también lo vean.

Así que debemos estar muy atentas para abrir muy bien los ojos, y entre la gama de propuestas, elegir no sólo a la mejor, si no aquélla que, en los hechos, haya demostrado su sororidad y compromiso por la causa que representa a miles.

Una forma de ir evaluando es revisar la integración de mujeres en sus equipos de trabajo, tal como se los exige la reforma constitucional para garantizar la paridad en los tres poderes del estado, los gobiernos locales y los organismos autónomos.

Democracia paritaria mujeres Gobernadoras

Evaluemos la congruencia, recordando que “hechos son amores y no buenas razones”.

¿Democracia paritaria para qué?, yo diría para transformar, para avanzar, para crecer, para alcanzar el progreso económico, para cumplir con la agenda 20.30.

Democracia paritaria para erradicar la violencia, para construir la paz, para poner fin a la discriminación y la desigualdad que tanto daño hace a este país.

Democracia paritaria para inspirar, para confirmarles a todas las mujeres que el mundo es de ellas y para ellas, y que su voz, talento y capacidad será valorada y aprovechada para sumar y resolver.

Democracia paritaria para asegurarnos que todo el camino recorrido, y que cada batalla, ha válido absolutamente la pena, ¡y que sea el impulso para ir por mucho más!

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