Las niñas y niños: los guerreros de esta pandemia.

Por Mary Hadad.

Ya vamos a cumplir un año de pandemia en México y las familias mexicanas no la están pasando nada bien, especialmente en aquellos hogares donde hay niños y niñas y la complejidad es mayor para que las madres y padres resuelvan las implicaciones derivadas del confinamiento, la escasez laboral y las múltiples necesidades económicas.

El Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) ha documentado y expresado de manera permanente que “el aumento en los niveles de estrés, la inseguridad económica y alimentaria, y el confinamiento a causa del COVID-19 han elevado radicalmente los niveles de violencia doméstica en México”, con afectaciones más graves para la infancia, debido a su más alto nivel de vulnerabilidad.

Por la naturaleza de mi trabajo, tengo la oportunidad de conocer las diversas situaciones y dificultades a las que se enfrentan muchas familias, y realizar gestiones a favor de las personas que requieren algún tipo de apoyo.

Recientemente recibí un mensaje a través de mi red social, en el que una persona me expresó estar muy preocupada por su vecina, ya que su pequeño de 6 años de edad estaba enfermo y con la necesidad urgente de atención médica, misma que sus padres no podían brindarle debido a la difícil situación económica por la que están atravesando, mucho menos estaban en posibilidades de dar seguimiento oportuno al diagnóstico que el niño presentaba desde hacía dos semanas y obviamente la enfermedad se había agudizado.

Vía telefónica la madre del pequeño me explicó el padecimiento y la urgencia de atención, pues su niño lloraba debido al fuerte dolor causado por una severa infección. Con solo escuchar su voz, no pude evitar sentir la angustia que sufre una madre al ver enfermos a sus hijos, por lo que acordamos que pasaría por ella y su niño para llevarlos al hospital.

Al llegar a casa del pequeño, ubicada en una de las colonias más humildes de Chetumal, él y su madre ya me estaban esperando, ahí me enteré que la familia se integraba por otros dos menores que se quedarían solos porque el papá estaba trabajando. Ante esta situación la misma vecina que me contactó a través de mi red social se ofreció a cuidarlos en tanto regresábamos.

En el camino al hospital, la madre del pequeño me contó que hace un mes ella dejó de trabajar como obrera en una empresa debido a que ambos padres trabajaban fuera de casa y ello los obligaba a dejar solos a sus tres hijos menores, y quien se hacía cargo de los niños de 6 y 3 años de edad, era la niña de apenas 7 años. En una de las ausencias de los padres, los niños estuvieron a punto de resultar heridos debido a un accidente, y esto obligó a la madre de familia a renunciar a su trabajo y comenzar a elaborar alimentos para vender desde su casa y estar al pendiente del cuidado de sus hijos.

¿Le es familiar esta situación? Seguro que sí, pues es un caso que se repite en muchísimos hogares de nuestro país, de nuestro estado y municipio.

Esta historia real es una invitación para reflexionar respecto al lugar que ocupan los niños y las niñas en medio de esta pandemia, especialmente ante la necesidad de los padres y madres de salir a buscar el sustento económico, y de la ausencia de políticas públicas para el cuidado y protección de las y los menores cuando hay carencia de redes de apoyo al interior de la familia.

Es evidente que se requiere de la implementación de acciones inmediatas para proteger a la infancia, con medidas urgentes para garantizar el acceso a sus derechos humanos consagrados en la Constitución bajo el principio de asegurar el interés superior de la infancia, donde las niñas y los niños son primero, especialmente en medio de una pandemia como la que estamos viviendo.

Christian Skoog, representante de Unicef en nuestro país ha señalado que “Las consecuencias del COVID-19 en la infancia y adolescencia en México no serán causadas mayormente por la enfermedad en sí; serán más bien secuelas de las medidas necesarias para prevenir el contagio, debido a que la pérdida de empleos e ingresos, y otros elementos de estrés intrafamiliar son factores de riesgo asociados a aumentos de la violencia contra la infancia”.

Naciones Unidas y el Sistema Nacional de Protección Integral de Niñas, Niños y Adolescentes (SIPINNA), desde antes de la pandemia ya habían documentado que el 63 por ciento de los menores de 14 años, sufren agresiones físicas y psicológicas como parte de su formación, por lo cual señalaban que “el hogar es usualmente el lugar más peligroso para las mujeres y sus hijos” en México, y desde los primeros meses del confinamiento las alarmas están encendidas por los aumentos sin precedentes de las violencias y abusos de todo tipo al interior de los hogares. El exhorto a priorizar la atención a la infancia es impostergable.

El psicólogo Juan Martín Pérez, director ejecutivo de la Red por los Derechos de la Infancia en México (REDIM), ha informado que hasta el domingo 22 de noviembre de 2020, se habían registrado 337 niños y niñas fallecidas por COVID-19, con 30 mil 900 casos positivos confirmados, y ha cuestionado duramente al estado mexicano por su inacción y falta de estrategia para la atención a la infancia en medio de la pandemia, e incluso ha señalado que de acuerdo con la Unesco se avecina una catástrofe generacional ante la ausencia de inversión en niños, niñas y adolescentes.

Por otro lado, están todos aquellos casos en los que niñas y niños han quedado huérfanos, ante la muerte de sus padres o madres a consecuencia del COVID-19, o de las y los abuelos que significaban redes de apoyo al interior de la familia para el cuidado de los mismos.

Así que, en tanto las autoridades toman conciencia y accionan los mecanismos necesarios que la ley les obliga con la presión que ejercen los organismos internacionales, desde casa podemos hacer mucho para que sea menos estresante y tortuoso el confinamiento de nuestros pequeños.

Amables lectores, pongámonos de pie para dar un aplauso largo y sostenido a las niñas y los niños, pues en medio de toda la tragedia que recorre el mundo, son quienes mejor se han adaptado y siguen resistiendo contra toda adversidad como todos unos guerreros;  por su increíble capacidad de creatividad y resiliencia ante la época más hostil que les ha tocado vivir, y porque son ellos quienes habrán de posibilitar la sostenibilidad de la humanidad en lo que los científicos prevén como la era Covid19, cuyo impacto durará por décadas como ocurrió con la gripe española en 1918.

Si usted tiene la posibilidad, abrace muy fuerte a sus niños y asegúrese de que, aunque estemos en medio del confinamiento, su familia, su hogar, sea el mejor mundo para ellas y para ellos.

No lo de por entendido, asegúrese de que los integrantes de su familia, sobre todo los menores, se sientan protegidos.

Sea tolerante y amoroso, es vital y muy necesario hacerles sentir que su hogar es el hábitat más seguro en estos momentos.

 

 

 

 

 

 

 

 

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